viernes, 14 de junio de 2013

Casada

Aquella tarde había quedado con mi amiga Carmen, hace muchos años que nos conocemos y que somos amigos. Yo hace poco que me he separado y ella, podríamos decir que está a punto. A veces quedamos para hablar y contarnos nuestras cosas pero hoy tengo un plan malévolo. Carmen no acostumbra a ponerle los cuernos a su marido y es una cosa que yo respeto normalmente, pero llevo días que le tengo ganas y hoy estoy decidido a traspasar la línea.   
Entramos en el pub y pido dos cervezas, esta un poco oscuro, sólo la barra está iluminada y una gran pantalla donde se ven vídeos proporciona la iluminación ambiental. Al fondo, hay unos sofás que van formando cuadrados donde sentarse y tener bastante intimidad.
Nos sentamos uno al lado del otro, ella empieza a contarme la última discusión con su marido y yo le paso el brazo por encima del hombro. Ella se me acerca y me da un beso en la mejilla, yo aprovecho que la tengo cogida con el brazo para darle el beso con lengua y todo. Ahí estamos un rato, abrazados, besándonos pero yo quiero ir más allá, necesito algo más si quiero que el deseo venza a la responsabilidad, así que le digo.
-¿Echamos un billar?
Ella accede y nos acercamos hasta la mesa del billar. Allí una lámpara ilumina el verde y de paso quien se acerca. Allí estamos nosotros, cada tiro me acerco para indicarle como tirar y aprovecho para meterle mano. Le acaricio el culo o paso una mano discretamente por sus pechos. Ella también me sigue el juego, así que cuando entra la negra me abalanzo sobre ella y la empujo contra la pared. Nos besamos como si lleváramos meses sin vernos y yo aprovecho que está contra la pared para clavar mi polla en su abdomen.
Entonces observo su cara de placer y sé que ya ha pasado con creces la línea.
-¿Subimos a mi casa a tomar otra?
-Vale
Por el camino nos abrazamos y nos besamos todo el camino.
Cuando entramos en casa ni siquiera nos acercamos a la cocina a por las cervezas ambos sabíamos que era una excusa además tenemos otras prioridades. Llegamos a mi habitación enroscados y nos quitamos la ropa como si estuviera ardiendo. Casi desnudos la empujo sobre la cama para arrancarle las bragas que me sorprenden. Hacia tiempo que no veía unas tan grandes, supongo que la moda de los tangas es para las chicas que van buscando rollo y no ha llegado aún a las mujeres casadas.
Las quito y observo que hay otra moda que tampoco ha llegado a las mujeres casadas aunque ella no es muy peluda, sonrío porque yo tampoco ¡Tenemos tanto en común!
Ella no se  espera lo que estoy pensando hacer por lo que antes que se dé cuenta, me amorro entre sus piernas. Noto como se queda sorprendida pero no le da tiempo a decir nada cuando ya está retorciéndose de placer. Me pregunto entonces si su marido no se lo hace nunca. Sé por experiencia propia que cuando hay mal rollo en el matrimonio el sexo es casi nulo y se reduce a un polvo “aquí te pillo aquí te mato” cuando ambos están necesitados de sexo y quedan olvidados cosas como el sexo oral y demás placeres que las parejas se dan el uno al otro.
Entonces la observo, ha dejado de moverse, está en éxtasis, como si su mente hubiera desconectado incapaz de digerir tanto placer y pienso que igual su marido nunca se lo había hecho, puede que en su interior la niña de uniforme que iba al colegio de monjas no le dejaba hacer esas cosas porque son pecado.
No debería pensar esas cosas en ese momento pero necesito que mi mente frente el caballo desbocado que tengo bajo el ombligo. Quiero que sea algo especial para ella y no puedo dejarla a medias. Así que me pregunto ¿Cuántos se pierden tanto por la costra de cultura moral cristiana que arrastramos?
 Sé que ya es el momento así que voy subiendo sin separar mi lengua de su cuerpo, voy lamiendo su piel blanca, tanto como la mía. Me paro cuando llego a sus pechos para juguetear un rato con ellos. Son grandes y sus pezones están muy duros incluso antes de que mi lengua los toque.
Sigo subiendo hasta llegar a su cuello, justo debajo de su oreja, entonces he llegado donde quería porque mi polla entra directamente y ella suelta un gemido casi religioso. Se nota que suele reprimir esos gemidos pero esta vez es incapaz y se le escapa umo a cada penetración.
Después de un rato cambiamos de postura y ella se pone encima. Cuando se me sienta encima se le escapa un.
-¿Pero que es esto?
Yo pienso “Mira, ese es el orgasmo de la despistada”  y ella empieza a moverse. Sus pechos se mueven para todos lados y decido agarrarlos, no me preocupa que se haga daño, es que me gusta.
No tardamos en corrernos los dos y ella chilla. Por suerte no es muy tarde y creo que los vecinos no lo habrán oído. Todavía no la he sacado cuando ella se agacha y me da otro beso en la boca.
Después mira el reloj y dice:

-¡Ostras! Que tarde se me ha hecho, me voy que si no mi marido me mata.

Linda



Aparqué mi coche en el parking por el lado de dentro, nunca lo dejo que dé a la carretera para que nadie pueda reconocer mi coche. Cuando me bajo, miro hacia arriba y observo como las luces rojas me hacen guiños. En la puerta dos seguratas me saludan y entro.

El olor a colonia barata es embriagador y se mezcla con la peste a tabaco creando una atmósfera densa a la que se añade la semioscuridad que provoca la débil iluminación. Hace calor por eso todas las chicas van muy ligeras de ropa o quizás es al revés. Me acerco a la barra, me siento en un taburete y pido un cubata a pesar de que ya supero en bastante el limite legal. Mientras le estoy echando un trago una rubia de ojos azules se me acerca.

 -Hola guapo ¿Cómo te llamas?
-Dar, Dar Vader ¿Y tú?
 -Natacha ¿Quieres pasar un buen rato?

 Observo sus pechos gracias a un generoso escote. Son muy blancos, toda ella es muy blanca de piel y su acento denota que viene de la llamada Europa del este. La miro a los ojos y veo que es preciosa. Entonces ella desliza su mano y me agarra los huevos pero no como a mí me gusta. Esas cosas deben hacerse con cariño como cuando escoges un tomate en la frutería, lo tienes en la mano y dudas si quedártelo o no. Ella me los coge como agarras un martillo que está en el suelo y te estorba para pasar.
Hablamos un rato, me cuenta que me lo hará muy bien que la chupa muy bien. La contemplo a mi lado es muy joven y preciosa.
Seguro que muchos de los que pasan por ahí se derriten en sus manos. Pero a mí me parece vulgar.
Cuando comprueba que no hay nada que hacer se va.

 Al rato llega Linda.
-Hola Dar Vader.
-Hola Linda ¿Qué tal?
Linda no es mucho de hablar, supongo que no domina mucho el castellano, ella sólo se pone a mi lado, me pasa el brazo por encima del hombro y se queda pegada a mí. Yo paso mi brazo por detrás y lo bajo hasta tocar sus nalgas, las nalgas más duras que he tocado en mi vida.

Linda es una chica de Camerún, alta y delgada “ma non troppo”, con un cuerpo estupendo, como una Barbie de chocolate, tiene unos ojos marrones muy grandes, una hermosa melena rizada y morena (bueno dos), unas marcas en las mejillas que sirven para que lleve escrito en la cara a que tribu pertenecía allá en Camerún y una nariz chata.

Yo le pregunto cosas, ella responde siempre con monosílabos y se queda ahí a mi lado. Después de un rato.
 -¿Subiremos hoy?
Yo afirmo con la cabeza.
-Pero voy muy borracho
-¿Y por qué bebes tanto?

No contesto, porque no tengo qué contestar, supongo que si no bebiera tanto no seria yo y no acabaría muchas noches en sus brazos. Entonces su otra mano se pasea por mi pecho cerrando el abrazo y sus pechos se quedan tan cerca de mi cara que puedo olerlos. Huelen a jabón de jazmín, seguro que no hace mucho que se los lavó. Su mano baja de mi pecho y acaricia mi entrepierna con cariño pues ella sabe que lo dentro es delicado.

Entonces sus ojos se abren todavía más.
 -¿No dices que vas borracho?
 -Bueno, déjame disfrutar un rato de tu compañía.
Lo digo por decir, porque ella después de hacerlo se queda siempre conmigo aunque halla otros clientes buscando sexo. Pero cuando voy borracho necesito ponerme muy caliente para correrme por eso no tengo prisa por subir. Cuanto más se desea una cosa más se disfruta.
 Cuando me acabo el cubata le digo se subir, entonces se acerca a una taquilla a coger sus cosas, subimos por las escaleras y ella me abraza.

Pago media hora, últimamente no tengo mucho dinero sino cogería una hora y disfrutaríamos mucho más como otras veces. Entramos en la habitación, no hay armario sólo una cama de matrimonio recién hecha con dos mesitas de noche que son de adorno pues nadie guarda nada en ellas. Entramos en el lavabo y me lava en el bidet, bueno los dos nos lavamos en el bidet.

 Me tumba en la cama y empieza a chupármela. Yo no quiero ser menos y giro la cabeza hasta meterla entre sus piernas. Ella no se lo depila, tiene una melena tan rizada y densa abajo como arriba, se lo como mientras agarro sus duras nalgas con mis manos.

Después la tumbo y ella se queda abierta de piernas esperándome. Me tumbo encima de ella pero primero me entretengo en lamer sus pechos, que son grandes. Me recuerdan los huevos que adornan las monas de pascua aunque estos no saben a chocolate. Cuando recorro su piel hasta su cuello veo algunas cicatrices redondas firma del cigarrillo de algún indeseable. Lo que demuestra que lo ha pasado muy mal hasta llegar a lo que otras considerarían un infierno. Alguna vez le he preguntado pero se cierra en banda y no quiere hablar del tema.
Entonces la penetro y una oleada de placer inunda mi cuerpo. Ella gime mientras yo me la voy follando. Pronto me canso, será la edad, los quilos de más o quizás el alcohol.

Me tumbo a su lado, ella se me sube encima y comienza a cabalgarme a galope tendido. Eso es lo que siempre me ha encantado de ella que es una maquina montando. Con ella, por muy borracho que vaya, siempre me corro.
 Siento toda una descarga de placer cuando me corro por fin aunque ella sigue montándome a toda velocidad, hasta que le tengo que decir.
-¡Tía para ya! Que me vas a romper.
-¿Te has corrido ya?
-Hace ya rato.

 Entonces se levanta y vuelve al bidet a limpiarse. Yo también me levanto y me voy al lavabo, allá está ella sentada en el bidet lavándose. Me acerco por detrás y la abrazo amarrándole sus pechos y le digo en la oreja.

 -¿Y tú? ¿Te has corrido?
Ella afirma con la cabeza y me dice:
-Siempre que estoy contigo soy feliz.

Postdata: Hacía ya tiempo que no escribía un relato para este blog por eso he pensado hacer alguno para comprobar como ha cambiado mi estilo.